El Curioso Negocio de Hacer Todo Mal… Y Ganar Dinero Con Eso

Suena absurdo, pero es real: hay personas que se han hecho virales, famosas y hasta millonarias… por hacer las cosas mal. Y no es que sean incompetentes. Lo hacen a propósito. Detrás de lo que parece un error hay estrategia, humor, diferenciación y, sobre todo, una lectura aguda del mercado.

¿Un ejemplo? Los videos de cocina que prometen una receta deliciosa y acaban siendo un completo desastre. O los influencers que hacen “tutoriales” que nadie debería seguir, pero que igual acumulan millones de visualizaciones. También están los productos diseñados para parecer defectuosos, los logos mal hechos a propósito o los cursos de “cómo no emprender”.

El atractivo está en lo inesperado. En un mundo lleno de perfección forzada, filtros y mensajes de éxito, lo imperfecto tiene un encanto peculiar. La gente se ríe, comparte y, lo más importante: compra. Porque detrás de ese “error intencional” hay una oferta, un personaje, una marca… y muchas veces, un negocio muy bien pensado.

Y aquí viene lo interesante para cualquier emprendedor: entender este fenómeno no significa que debas hacer mal tu trabajo para vender. Pero sí puedes aprender a mirar las reglas desde otro ángulo, romper esquemas, divertirte con tu propuesta de valor y conectar con una audiencia cansada de lo típico.

Algunos han convertido este enfoque en un modelo de negocio. Desde camisetas con frases mal escritas a propósito, hasta páginas web que parecen de los 90 y que venden justamente por ese estilo “feo”, lo cierto es que hay un mercado para lo absurdo. Pero no se trata de hacer el ridículo sin sentido. Se trata de provocar, de destacar, de jugar con las expectativas del cliente.

Es el mismo principio detrás del “antimarketing”, donde lo que supuestamente no se debe hacer, se hace… y funciona. Por ejemplo, un restaurante que se promociona diciendo que tiene “el peor servicio, pero la mejor comida”, o marcas personales que muestran sus errores de forma abierta para ganar confianza y simpatía.

En internet, esto cobra aún más fuerza. Los algoritmos adoran lo inesperado. Algo que parece mal hecho despierta curiosidad, retiene la atención y provoca conversación. Todo eso se traduce en visibilidad, tráfico y, en muchos casos, ingresos.

¿Y si te dijera que tú también puedes aplicar parte de esta lógica? No necesitas hacer el ridículo para captar atención, pero sí puedes salirte del molde. Mostrarte más real, más humano. Jugar con tus errores. Diseñar algo imperfecto, pero con intención. No todo tiene que ser pulido y perfecto para vender. A veces, lo que parece un fallo es lo que más te acerca a tu cliente ideal.

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El mensaje es claro: no subestimes lo que parece un “error”. Muchas veces, eso que parece estar mal hecho es solo una forma de romper el ruido y conectar con la audiencia desde un lugar más auténtico, más divertido y mucho más memorable.

Recuerda que los negocios más exitosos no siempre siguen el camino recto. A veces, lo más rentable es atreverse a equivocarse… con estilo.

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