Muchos creen que alcanzar la riqueza depende solo de tener una buena idea, invertir bien el dinero o encontrar el momento perfecto. Pero la verdad es que, antes de ganar afuera, hay que sanar adentro. Nuestra historia financiera está profundamente conectada con nuestras heridas emocionales, muchas veces invisibles, que afectan nuestras decisiones, nuestras creencias y nuestras acciones sin que lo notemos. ¿Cuántas veces has dicho “no soy bueno para vender” o “el dinero no es tan importante”? Detrás de frases como esas puede haber miedo, culpa, inseguridad o incluso vergüenza.…
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