Muchos hablan de emprender. De lanzar ese negocio soñado, de «ser su propio jefe», de alcanzar la libertad financiera. Pero hay una realidad incómoda que muy pocos mencionan: hay emprendedores que jamás invierten en sí mismos. No porque no puedan, sino porque no se atreven. Y esto no es un tema de presupuesto, sino de mentalidad. Detrás de la falta de inversión personal hay algo mucho más profundo que simples excusas: una raíz psicológica que frena, sabotea y paraliza. El miedo disfrazado de lógica ¿Cuántas veces has escuchado frases como…
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