En la posguerra japonesa, cuando las fábricas se reconstruían con más esperanza que recursos, Kawasaki Heavy Industries era una empresa reconocida por fabricar barcos, trenes y maquinaria pesada. El acero, el carbón y los motores industriales eran su fuerte, no las motocicletas. Sin embargo, a finales de los años 50, en medio de una economía cambiante y una juventud sedienta de libertad, un pequeño grupo dentro de la empresa empezó a cuestionarse si podían hacer algo distinto. Querían construir algo más liviano, más veloz, más personal. Una máquina que no…
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